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Marcelo
Roascio |
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Entrevista
exclusiva. |
¿Cómo
fueron tus comienzos?
Empecé tocando de chiquito, mi vieja me mandó a estudiar a
los 5 años. Tocaba con una guitarra criolla, folclore, los temas pop
del momento - que eran todos en castellano - y a los diez años aproximadamente
dejé todo, me rayé y rompí la guitarra. Cuando era adolescente
me agarró nuevamente la locura de tocar la guitarra, pero no
me acordaba de cómo se armaba ni un Do mayor. El padre de un
amigo que tocaba me pasó de nuevo los acordes y así arranqué
nuevamente. Era la época de furor del rock nacional (Serú Giran, etc.)
y en el colegio me relacionaba con los demás por medio de tocar la
guitarra. En cuanto a la eléctrica, la primera vez que toqué
una fue en el garaje de la casa de un amigo. El hermano de mi amigo
tenía una banda que ensayaba en el garaje y siempre dejaban todos
los instrumentos y equipos ahí, con el volumen de tocar y un día se
me ocurrió prender un equipo estando la guitarra enchufada y comenzó
a acoplar de una manera que era imparable y salí rajando, asustadísimo,
por lo cual dije ¡Ésto no es para mi, yo sigo con la criolla!. La
primera eléctrica que tuve fue una Faim de tercera mano que tenía
como cuatro micrófonos, con un mango que era de ancho como dos mangos
de ahora. Me la había comprado con el sueldo de un laburo que hice
durante unas vacaciones. La guitarra la tuve tirada arriba del ropero
hasta las otras vacaciones, en que pude volver a trabajar y comprarme
el equipo. Cuando terminé el colegio me compré una Gibson que había
pertenecido a Pappo. Se la prestaba a un amigo, compañero del secundario,
que tocaba muy bien para que ensayara con su banda. Yo asistía a los
ensayos para ver cómo sonaba mi guitarra; (yo era un queso,
y no podía tocar nada). Al poco tiempo empecé a trabajar en un negocio
de instrumentos que había por acá cerca en Cabildo. En el negocio
hacía de todo: vendía, limpiaba, etc. Y ahí fue donde lo conocí a
Botafogo. Él venía a comprar cuerdas, y le comenté que quería aprender
a tocar. Entonces él comenzó a pasarme yeites, bases y todo encajaba.
¿Por qué? No sabía, pero esa era la forma en que antes se aprendía
el rock y blues. Después conocí a Pappo en la casa de Botafogo. Me
había pasado el solo de Trabajando en el ferrocarril, y algunos otros
temas que él grabaría muchos años más tarde. Por otro lado, conocí
también a Alejandro Moro y él me pasó las primeras escalas. Yo empecé
tarde con la eléctrica, y no me animaba a tocar nada, era un desastre.
Pero un día todo tuvo sentido, y logré juntar las escalas de Moro
con los yeites de Botafogo. A partir de allí, tuve mi primera banda
de covers. Con ella creo que tocamos una vez sola, y luego nos separamos.
A todo esto yo seguía trabajando en la casa de música, que tenía
la particularidad de que el negocio abarcaba como tres locales de
ancho y a su vez era poco profundo. Entonces los fines de semana se
ensayaba ahí, con los instrumentos que estaban para vender y la gente
que pasaba nos veía desde afuera. Yo ensayaba con mi banda de covers,
y también venían el conejo Jolivett, la banda que después sería
Durazno de Gala, y un trío que hacía onda King Crimson, de la cual
el guitarrista era el que toca ahora conmigo en Dr. Rock.
Leí que habías estudiado con unos métodos
de Ande Flavelle y Doug Marks ¿de qué tratan?
Cuando viajo a New York conozco estos métodos de los cuales me preguntás.
Tratan de lo que hoy aplicamos todos; métodos dinámicos, específicos.
Lo que pasa es que en ese entonces nadie sabía nada, la cosa se dividía
entre los que sabían música y tocaban jazz y el resto que hacía
rock y blues y no tenían ni idea. Por otro lado, entre los rockeros
saber música estaba mal visto. Lo únicos libros que existían en esa
época eran los de Malosetti, y todos los que enseñaban música lo hacían
con esos libros también.
¿Qué
estuviste haciendo en New York?
Allí existe el negocio de guitarras Pensa, del cual el dueño es Rodolfo
Pensa, un argentino. Los Pensa son dos hermanos que habían sido bajista
y baterista de la banda que tuvo Ricardo Soulé, después de haberse
separado de Vox Dei. Después de disolverse la banda, Rodolfo se fue
para allá y puso una casa de música. Cuando estuve allá terminé
trabajando en la casa de Pensa y ahí aprendí desde cómo poner las
cuerdas hasta a calibrar una guitarra. Y también estuve estudiando
con los métodos de Flavelle y Marks. Cuando volví a Buenos Aires,
me cerró toda la historia con la música y me propuse hacer algo, un
libro pero que sirva para un aprendizaje dinámico, específico. Y así
fue que saqué mi primer libro con frases de Van Halen, Randy Rhoads,
Vai y Malmsteen.
¿Todo esto lo transcribiste vos?
Sí, lo sacaba todo yo. Tenía una cassettera con dos velocidades,
una real y otra a la mitad, obteniendo una octava más abajo. Después
que lo escribí fuí a un par de lados y todos me decían “no
lo va a comprar nadie, esto va a ser muy caro” ya que yo lo quería
sacar con cassette. Imaginate que estaba perdido y, obviamente, en
esa situación nadie te tira un hueso. Un día revolviendo en las bateas
de Ricordi encuentro unas partituras que en su parte inferior decían:
“Impreso por Ellisound”. Entonces los fuí a ver para ver si
por lo menos me podían imprimir los libros. En Ellisound me dijeron
lo mismo que los demás, que no se iba a vender, que iba a ser muy
caro pero que me lo podían imprimir. Después en Epsa hice los cassettes.
Y cuando tuve todo listo Ellisound me compró una cantidad de
libros para distribuir y así empezó todo.
¿Cómo surgió lo de tocar con Steve Lynch?
Eso viene a colación por los endorsers. Por intermedio de Padrevechi
del Biombo. Con él tocábamos juntos en la banda Los Arcontes, y nos
conectamos con la gente de Crate, ya que yo estaba por sacar la clínica
en video y les propusimos pagar todos los gastos y a cambio salir
con todos los equipos Crate en la foto de tapa de la clínica. Y así
fuí el primer endorser que hubo acá y a partir de ese momento
comencé a trabajar con la firma Crate. Después cuando vino Steve Lynch
a dar una clínica, la gente de Crate quiso que le arme una banda para
que lo acompañe y así Los Arcontes fue la banda de acompañamiento.
Imaginate que en el primer ensayo con Steve Lynch no sabíamos que
esperar de él, ya que el tipo venia de su época de furor en los ochenta
y cuando llegó “todo bien”. A partir de ahí me comencé a dar cuenta
que la cosa es igual en todos lados, y que nosotros acá estamos bárbaros
musicalmente. En los shows que hicimos con él además de la clínica,
Steve me dejaba y quería que haga solos y hasta tocamos algunos temas
míos. En la clínica, Steve Lynch dio unos apuntes que hoy yo doy en
las mías y los cuales hablan de la formula del éxito en la música.
Tenía toda una receta de lo que uno tiene que saber y hacer, como
por ejemplo: cómo proyectarse como músico o como persona, cómo relacionarte
con los demás músicos, cómo presentarte ante los demás. Porque no
basta sólo con tocar bien: hay que sonar bien, tener un buen demo,
tener fotos, y saber cómo comunicarte con los demás músicos. Yo en
mis clínicas trato de proyectar ésto, más el aprendizaje que hice
durante toda mi carrera.
¿Cómo surgió lo de ser el traductor en la
mayoría de las clínicas que dieron los músicos que vinieron de afuera?
La primera, fue de paracaidista total, cuando vino George Benson no
sé qué problema hubo, que a último momento la persona
que tenía que hacer la traducción falló, entonces me llamó
un amigo que trabajaba en Promúsica que era de la organización de
la clínica y me dijo: ¡vos sabés inglés y tocás la guitarra!
¿Por qué no venís y hacés de traductor? Y así comencé.
Actualmente
¿estás tocando en Dr Rock?
Sí, lo estoy haciendo desde 1999. Dr. Rock es una banda que fue creada
en los ochenta, con la cual llenábamos teatros. En aquel momento era
difícil grabar, y me acuerdo que habíamos hecho una prueba en RCA
pero que quedó en la nada. Después de unos años nos separamos. A fines
del 99 el que hoy es nuestro manager nos juntó en una pizzería a charlar
y cuando salimos nos para un pibe y nos dice: ¡Dr Rock! ¿Se vuelven
a juntar?, nos reconoció después de varios años. A partir de ese momento
volvimos al ruedo. Cuando comencé con Dr. Rock todavía estaba tocando
con Engranaje y con el trío R.C.M, pero al sacar el primer disco me
dediqué de lleno a la banda.
El libro nuevo ¿de qué trata?
El libro viene con el disco que habíamos grabado con el trío Roascio,
Copquin, Messina, y transcripciones de las partes más importantes
de cada tema, con un análisis de los tipos de escalas, arpegios y
técnicas que utilicé para componer las canciones y los solos.
Para el año que viene tengo preparado otro libro con un recopilado
de todas las notas que escribí en distintas revistas en todos estos
años.
Un consejo para los que se encuentran al
principio del camino...
Lamentablemente hoy en día cuando los chicos arman una banda tienen
una proyección muy pobre del camino a seguir. Fijate que las bandas
nuevas tienen un promedio de vida de tres años, entre que se forman,
graban un demo, graban el disco y como no pasa nada, se desarman.
Las bandas grandes están formadas por tipos que superan los 30 años
y son bandas que tienen un mínimo de 10 años de trayectoria. Ser músico
es ser artista. Los pibes no relacionan esto y también, obviamente,
la sociedad los condiciona. Sería bueno que no piensen sólo en ser
famosos porque uno puede ser músico dando clases, tocando en una banda
de covers, tocando en el programa de Susana Giménez, o haciendo jingles
y por supuesto triunfar con tu banda, pero ninguna es menos valedera
que la otra. Entonces, si realmente piensan en ser músicos, que piensen
que hay muchas formas de vivir de la música. Santana me dijo una vez
que ser músico no es competir sino compartir. Ser músico es tratar
de traducir con el instrumento lo que uno tiene adentro. Si realmente
aman la guitarra y se juegan por esto, va a pasar lo mejor.
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